Aika creció con padres adinerados sin ningún inconveniente. Por sugerencia de sus padres, se casó con un hombre lejano y vivió una vida mediocre. Un día, sus compañeros de clase en la escuela le enseñan papa katsu y conoce a un hombre que tiene cierto interés en ella. Si bien se sentía culpable, su palpitante malestar la animaba. Cuando volvió a encontrarse con ese hombre, el amable hombre ató a Aika con una cuerda. Al principio era interesante y quería que lo estimularan un poco, pero con el tiempo se volvió adicto a que lo chuparan con tanta fuerza.